Escrito por Harry Cliff y publicado por editorial Debate en 2022 (el original es del 2021).
Vuelvo otra vez a lo que suele ser más habitual en mi, que es no conocer al autor del libro. Pero ocurre también que es un físico de partículas investigador en la Universidad de Cambridge y que trabaja en el LHCb, con lo que no le falta currículum para que haya que leer el libro.
Como él mismo indica en el principio, el título se basa en una frase que dijo Carl Sagan dentro de su serie Cosmos (que, como a mí, creo que le inspiró también a dedicarse a la ciencia): "Si queremos preparar una tarta de manzana desde el principio, antes debemos inventar el universo" (de ahí el subtitulo del libro: "la búsqueda de la receta de nuestro universo").
Como debemos suponernos, a lo que nos invita el libro es a conocer la historia del descubrimiento de las partículas atómicas que en última instancia es de lo que estamos hechos todos (incluyendo a las tartas de manzana).
Nos habla de la teoría atómica de Dalton (y su obra magna: "Un nuevo sistema de filosofía química") y de la ley de las proporciones múltiples, de cómo se llegó a descubrir el núcleo del átomo y luego a darse cuenta de que el número atómico era algo más que una etiqueta, que de hecho era el número de cargas positivas en el núcleo, de los grupos de simetría (hasta el SU(5)) y obviamente de Emmy Noether, de los laboratorios Gran Saso y del experimento Borexino (de los que ya hablé en otro comentario: éste), de la ecuación de Klein-Gordon, de la ecuación de Dirac (que es una de las pocas fórmulas que aparecen en el libro), de las condiciones de Sájarov, de lo que es un esfalerón (imprescindible en nuestra receta final), de lo que es un leptocuark, y de otras muchas cosas muy interesante. Todo narrado de forma muy amena y con muchas referencias y comentarios, tanto suyos, como de otros, como uno de James Chadwick cuando le preguntaron si Rutherford tenía una mente agua y dijo: "aguda no es la palabra apropiada, su mente era como la proa de un acorazado. Tenía detrás tal peso que no necesitaba ser afilada como una cuchilla". También hay referencias a series y libros menos técnicos, como la ya famosa "Guía del autoestopista galáctico" y la serie de televisión "Doctor Who".
Tiene una frase casi al final del libro que creo que merece la pena que la escriba aquí: "La ciencia es exploración, se haga en el laboratorio, en el mundo abstracto de la teoría matemática o estudiando las señales del propio universo. Y, a medida que exploremos, siempre nos toparemos con nuevos fenómenos y nuevos misterios que nos conducirán cada vez más lejos del punto de partida. ¿Continuará este viaje para siempre o llegará algún día a su final? Esta es, quizá, la mayor de todas las preguntas."
Contiene un par de errores de traducción (uno en la página 186 sobre la composición del protón y el neutrón), pero son muy obvios y no llevan a confusión (y si llevan, tampoco pasa nada, que no son temas que haya que memorizar), pero en general son 371 páginas que se leen de forma muy amena y con bastante humor, y con las cinco últimas dedicadas a darnos, lo que entendemos hoy, por una receta de manzana desde el principio (y una receta de manzana tradicional, jeje). En mi opinión es un libro que merece la pena leer.
Como siempre, copio un trocito (bueno, esta vez dos):
"Ahora sabemos que cada partícula de materia tiene una antiversión, cuyas propiedades son exactamente las mismas pero con la carga opuesta. El electrón positivo de Dirac se conoce ahora como positrón o antielectrón. Por su parte el protón tiene una versión con carga negativa, el antiprotón, y hay también antineutrones, antimuones, anticuarks y antineutrinos. El hecho de que Dirac consiguiera predecir algo tan fantástico sólo a base de pensar muchísimo tiene que considerarse una de las hazañas más extraordinarias de la historia de la ciencia".
"De hecho, podría decirse que las partículas como tales no existen. Por lo que sabemos, los verdaderos componentes del universo son los campos cuánticos: sustancias invisibles parecidas a fluidos que no podemos ver ni saborear ni tocar y que, sin embargo, nos rodean y se extienden desde lo más profundo del átomo más pequeño de nuestro ser hasta los confines del cosmos. Los campos cuánticos -no los elementos químicos, ni los átomos, ni los electrones, ni los cuarks- son los verdaderos ingredientes de la materia. Somos cúmulos andantes, parlantes y pensantes de pequeñas perturbaciones que se autoperpetúan y se propagan en intangibles campos cuánticos".
Clasificación:
Facilidad de lectura: 1
Opinión: 4 (da un buen nivel de conocimientos sin volvernos locos con formulaciones complejas)
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