jueves, 12 de agosto de 2021

El blues de los agujeros negros

 











Escrito por Janna Levin y publicado por Capitán Swing Libros en 2020 (el original es del 2016).

A la autora no la conocía por el nombre, aunque ya la había visto en algún programa de televisión. Es profesora de física y astronomía en la Universidad de Columbia, y con eso y el asunto de las ondas gravitacionales, merecía la pena echarle un vistazo al libro (ya comenté algo sobre las ondas gravitacionales en alguna otra entrada, como ésta).

Aunque no es un libro de divulgación al uso, sí que detalla (en mi opinión, bastante bien) la historia detrás del proyecto LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory, que en español viene a ser "Observatorio de ondas gravitacionales por interferometría laser").

Habla desde los comienzos de los intentos (y el éxito o no) de Joe Weber (y su barra de Weber y la cavidad de Fabry-Pérot) de detectar las ondas gravitacionales allá por el año 1969, de la posterior colaboración entre el Caltech y el MIT (y la famosa troika de Kip Thorne, Ron Drever y Rai Weiss y el Libro Azul que presentaron a la NSF para conseguir los fondos iniciales para montar el LIGO (bueno, en realidad los distintos fondos que fueron necesitando para construir los dos LIGOs (el  LHO (que está en Hanford) y el LLO (que está en Livingston)) y todos los problemas que fueron surgiendo tanto a nivel técnico como humano a lo largo de todos los años que duró la puesta en marcha del proyecto (y ya de paso habla también de los otros que se están construyendo o están en planificación futura).

Es un libro que está bien, porque hace que se vea a los científicos como personas "normales", con sus problemas y ansiedades y cómo lograron llevar a cabo un proyecto de semejante magnitud (cuando las posibilidades de éxito casi todos creían que iban a ser muy bajas). En fin, explica conceptos muy interesantes (entre otros lo que son las ondas gravitacionales y lo que pueden aportar a nuestro conocimiento del universo, y lo que es un interferómetro) y permite que nos hagamos una idea de cómo se desarrolló todo (con problemas incluidos).

Por resumir, un libro de 215 páginas que se leen muy bien y en el que, de verdad, estás deseando llegar al final para ver cómo cuenta la detección que tuvo lugar en el 2015, que la cuenta en el epílogo del libro y la cuenta muy bien (incluyendo la presión por detectarlas antes del centenario de la publicación del artículo de Einstein). Y por decirlo con sus palabras: "Este libro es tanto una crónica de las ondas gravitacionales - un registro sónico de la historia del universo, una banda sonora para acompañar a la película muda - como un homenaje a un esfuerzo experimental quijotesco, épico y conmovedor, un homenaje a una ambición disparatada".

Como siempre, copio un trocito:

"Drever por su parte se vería influido por los inminentes y cruciales descubrimientos que protagonizaría su antigua estudiante. Dice de ella (Jocelyn Bell Burnell): "Era muy evidente que era mejor que la mayoría ... así que llegué a conocerla bastante bien". Escribió cartas de recomendación para apoyar la candidatura de Bell a un puesto en la instalación de radioastronomía más importante de Inglaterra a mediados de los años sesenta, Jodrell Bank. Sin embargo, Drever explica: "No la contrataron. Y se dice que fue porque era mujer. Aunque no es la versión oficial. Se llevó una gran decepción - y, confiando en que lo absurdo de la situación resulte obvio, añade - Su plan b fue ir a Cambridge, ¿entiendes? - Drever lo consideraba un giro afortuna y feliz. Se ríe - Así que fue a Cambridge y descubrió los púlsares, ¿sabes?".

Clasificación:

Facilidad de lectura: 1

Opinión: 4 (pero no divulgación al uso).