Escrito por Jeremy Bernstein y publicado por Alba Editorial en 2011 dentro de la colección Trayectos, aunque el original es de 2009.
Nuevamente tengo que reconocer que no conocía al autor, y no será porque no ha escrito libros, entre ellos cinco publicados en España. Pero bueno, ya puedo decir que me he leído uno.
Es un libro bastante parecido a la anterior entrada (Maestros del Universo), pero en vez de hablar sobre cosmología y astrofísica, desarrolla la mecánica cuántica vista no sólo desde el punto de vista de científicos, sino de gente de lo más variopinta. Como él mismo dice: "Este libro se propone dar cuenta de la transformación cultural que se ha producido. El asunto, muy amplio, abarca desde el Dalai Lama hasta W. H. Auden. Intento explicar los aspectos pertinentes de la teoría a medida que avanza en la exposición. No hay apenas ninguna fórmula matemática." Y eso es lo que hace.
Hay muchísimos datos históricos dentro del libro, entre otros nuevamente aparece Ramanuján (y su relación con Hardy y Littlewood) del cual comenta una frase de un tutor, Barnes: "Yo añadiría que fe y verdad son siempre compatibles, a menos que el objeto de nuestra fe resulte ser falso". Sobre Ramanuján se hizo hace poco una película que me gustó: "El hombre que conocía el infinito". También menciona los "tripos" de los que justamente hoy me había leído un artículo en un periódico: éste. Y habla de la "falsabilidad" como eje central de la filosofía de la ciencia de Popper: "las observaciones que confirman una teoría, por muchas que sean, no bastan nunca para verificarla, mientras que una sola predicción fallida basta para refutarla" y de una máxima de Pauli para el que había una categoría de cosas que ni siquiera eran erróneas, pues no eran lo bastante coherentes para que nadie pudiera atribuirles verdad o falsedad (de este tipo de cosas comenta bastantes a lo largo del libro).
Da una explicación muy original del comportamiento de la probabilidad y el mundo cuántico (aunque ya avisa que no es correcta del todo, pero sirve para hacernos una idea de algo que no es nada fácil): "Supongamos que alguien ha partido una moneda grande en dos pedazos, uno con la cara y el otro con la cruz. Luego ha metido las dos mitades de las monedas en sendas bolsas, sin decirnos a mí y a la otra persona dónde está cada mitad. Le entrego una de las bolsas a esta otra persona, que se marcha con ella a Katmandú. Existe una probabilidad del 50 por ciento de que aparezca el pedazo con la cara cuando yo abra mi bolsa. Lo abro y me sale cara. En ese instante, la probabilidad de que la otra persona tenga cara se hace nula". También comenta ideas de algunos escritores, entre otros Lawrence Durrell y da muchos detalles de la historia de la mecánica cuántica, donde no pueden faltar los protagonistas habituales, como son Schrödinger, Heisenber, Einstein, Bohr, Planck, ... y comenta una anécdota de Einstein: "si a él le fuera dado moverse a la velocidad de la luz, entonces podría ir montado sobre una onda luminosa, la cual no parecería ya una onda: por tanto sabría que se estaba moviéndose a la velocidad de la luz, lo que viola el principio de relatividad" que parece ser el origen de la conclusión de que nada puede viajar más rápido que la luz.
En fin, 171 páginas que se leen muy rápido, pero con mucha información histórica en ellas.
Como siempre, copio un trocito:
"El mundo de las partículas es el mundo idílico del agente de inteligencia. Un electrón puede estar aquí o allí en un mismo momento. Puedes elegir. Puede ir desde aquí hasta allí sin recorre el espacio intermedio; puede atravesar dos puertas al mismo tiempo o ir de una puerta a otra por un camino que está a la vista de todos, hasta que alguien mira, y entonces el acto de mirar ya le ha hecho tomar otro camino. Es imposible anticipar sus movimientos, porque no hay en él razones. Consigue burlar la vigilancia, porque cuando sabes lo que está haciendo no puedes estar seguro de dónde se encuentra, y cuando sabes dónde se encuentra no puedes estar seguro de lo que está haciendo: esto es el principio de indeterminación de Heisenberg; y no se trata de que no estés mirando con la suficiente atención, sino de que no existe ningún electrón que tenga una posición y un momento lineal definidos; fijas uno, pierdes el otro, y todo esto se hace sin trucos; es el mundo real, está despierto."
Clasificación:
Facilidad de lectura: 1.
Opinión: 3
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