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jueves, 19 de noviembre de 2020

Los números nos hicieron como somos

 

Escrito por Caleb Everett y publicado por Editorial Crítica en el 2018, aunque el original es del 2017.

Nuevamente, al autor no lo conocía de nada, pero esta vez tengo más justificación, ya que es profesor de antropología lingüística y cognitiva en la Universidad de Miami, y yo de antropólogos y lingüistas no se mucho (por no decir nada, que queda mal). Aún así, como matemático, no podía dejar de leer un libro que nos relata, aunque en la carrera no los viésemos mucho (casi todo lo que veíamos eran letras), el nacimiento de los números. No el desarrollo de las matemáticas como tales, sino, cómo llegamos como especie al concepto de los números como entes abstractos, ya que los números (no las cantidades ni los conjuntos) son una creación de la mente humana. Es decir, los números, las encarnaciones simbólicas de estas cantidades regulares, no existen fuera de la creación humana.

Aunque algunas cosas, pocas, de las que se relatan en el libro ya las había leído en algunos otros, como en el de "Cero: La biografía de una idea peligrosa", (p.e. que los mayas usaban un símbolo para el cero que, probablemente sea el numeral para cero más antiguo del mundo), la mayoría de los conceptos e ideas de los que hablan eran (y son) totalmente nuevos para mi.

Habla por ejemplo del principio pro-rebus (que no tiene nada que ver con el "in dubio pro reo") que se refiere a la adopción del mismo símbolo en la representación de dos palabras homófonas o de sonidos similares. Hace especial hincapié en que la invención de los números es un logro de la mente humana, pero ésta lo consigue a través de nuestros dedos (especialmente los de las manos, al ser bípedos y poder observarlas). En que los humanos en culturas sin ningún sistema preciso de numeración tienen dificultades para distinguir de manera exacta cantidades mayores que tres y que necesitan practicar con las palabras para los números de manera sistemática y diferenciar cantidades mayores que tres de modo exacto (y que, para construir nuestro pensamiento matemático innato, necesitamos verbalizar símbolos para cantidades, necesitamos los números). Habla de los sentidos numéricos exacto y aproximado. Habla de los principios sucesor (que se suele adquirir sobre los cuatro años y que se refiere al ser consciente de que cada número en una secuencia de conteo se refiere a una cantidad que es exactamente una unidad mayor que la nombrada justo antes) y cardinal (reconocer que el último número dicho cuando cuentan elementos describe la cardinalidad o cantidad del conjunto de elementos enteros que se están contando). De características análogas (son rasgos similares que existen en diferentes especies que han evolucionado de manera independiente para vencer retos medioambientales parecidos) y de características homólogas (que se refieren a peculiaridades que existen en numerosas especies porque comparten antepasados). Habla también del efecto SNARC (asociación entre la magnitud de un número y la respuesta). Vamos, de muchos conceptos desconocidos para la mayoría de la gente, que siempre está bien conocer aunque sólo sea un poco por encima.

También da una posible explicación de la adopción de las religiones teístas en las sociedades más numerosas (muy interesante).

Hay una frase que finalmente me gustaría indicar de manera especial, que es: "lo que hace a nuestra especie tan especial no es tanto que somos buenos inventando cosas, sino que, debido a nuestra naturaleza lingüística, somos extraordinarios heredando y compartiendo inventos".

Por resumir, un libro de 261 páginas que se leen de forma muy cómoda y sin ninguna dificultad, que nos ayuda a comprender un poco cómo pudieron desarrollarse los números a lo largo de la historia de nuestra especie.

Como siempre, copio un trocito:

"El viaje hacia el oeste fue algo más lánguido. El símbolo para cero que usamos como indicador de posición (i.e., como un marcador que nos resulta conveniente para la nada en operaciones matemáticas) no existió en Europa hasta el siglo XIII. Un matemático persa llamado Mohamed al-Juarismi (cuyo nombre dio origen a la palabra "algoritmo") defendió el uso del sistema numérico escrito hindú, incluyendo el cero, en su influyente trabajo escrito en el siglo IX. Varias centurias después, ese trabajo se tradujo a las lenguas europeas. En 1202 el matemático italiano Leonardo de Pisa, más conocido como Fibonacci, escribió su famoso Liber Abaci. Este manuscrito también ensalzaba las virtudes del uso del cero -y los numerales hindúes de manera más general-, sugiriendo que facilitaban una variedad de procedimientos matemáticos. A pesar de la reticencia de muchos europeos a aceptar este sistema oriental, finalmente el cero y los numerales de base decimal se abrieron camino en la cultura de Occidente, pasando a ser la práctica simbólica matemática dominante. Es bastante probable que la adopción del cero contribuyese a la mejora subsiguiente de la ciencia y la tecnología europeas". 


Clasificación:

Facilidad e lectura: 1

Opinión: 3-4

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