Páginas

viernes, 4 de julio de 2014

La música de los números primos














Escrito por Marcus du Sautoy y editado por Acantilado en 2007 (el original es del 2003).
El autor es profesor de matemáticas en la Universidad de Oxford, y eso debería haberme bastado para decidirme a leerlo, pero reconozco que al ver que también era presentador y columnista, pensé que escribiría cosas no muy interesantes. Gracias a Dios tuve la suerte de que “jose-gm” echase un vistazo a mi blog y me escribiese recomendándomelo. Muchas gracias José, como matemático tengo que reconocer que he disfrutado mucho con el libro. Pero que nadie se asuste, que no hay que saber hacer raíces cuadradas para poder seguir el hilo.
Como el propio título indica, el libro habla sobre los números primos (esos que sólo son divisibles por uno y por ellos mismos) y que han sido siempre objeto de estudio por parte de los matemáticos desde la antigua Grecia. Pero no desde el típico punto de vista de los que buscan relaciones raras entre los números primos y al astrología ni cosas de esas, sino desde el punto de vista de la historia de las matemáticas (y de las personas que las desarrollaron).
La lectura es muy fluida y la verdad, para los que hemos estudiado matemáticas superiores es como un repaso a todos esos nombres que llevan teoremas asociados (Cauchy, Gauss, Euler, Hilbert, Riemann, Minkowski, Dirichlet, Ramanujan, Godel, Turing,  …) y algunos otros de los que no recuerdo teoremas, pero seguro que también los tienen. De casi todos ellos he hablado en anteriores entradas (cosa normal, ya que son los que soportan la mayoría del conocimiento matemático hasta el siglo veinte).
El grueso del libro se centra en la hipótesis de Riemann y la función zeta. En principio esto son temas complejos, pero al igual que cuando alguien nos habla de mecánica cuántica no tenemos por qué saber resolver la función de onda, aquí tampoco tenemos que resolver nada, simplemente, hacernos una idea de cómo surgió la hipótesis y qué tienen que ver los números primos con los ceros de la función zeta de Riemann.
Me recuerda en ciertos aspectos a otro libro que comenté en éste blog, que era “La conjetura de Poincaré”, fundamentalmente porque tratan de explicarnos cómo se han ido produciendo los avances en el intento de demostración de la conjetura de Poincaré en un caso y de la hipótesis de Riemann en otro. La verdad es que merece la pena leerlo para comprender un poco cómo han  ido desarrollándose las matemáticas y por qué cada vez aparentan ser más complejas para los profanos (el libro llega hasta nuestros días y al desarrollo de la geometría no conmutativa de Connes, pero no hay que saber nada de ella para poder leerlo con tranquilidad).
El libro está lleno de curiosidades, entre ellas una descripción que realizó Julia Robinson de su actividad semanal en la Universidad de Berkeley: “Lunes, intento demostrar un teorema. Martes, intento demostrar un teorema. Miércoles, intento demostrar un teorema. Jueves, intento demostrar un teorema. Viernes: teorema falso”, que creo que describe muy acertadamente el 99,99% de la vida de todos los matemáticos que se dediquen a la investigación. Vuelve a aparecer el número 42 en la pagina 463 y esta vez casi es verdad que es la respuesta a todo (jeje).
En resumen, 513 páginas que se leen muy fácilmente y que espero que os hagan disfrutar igual que a mi. Como siempre, copio un trocito:
"Llevó las dos botellas a Bombieri, y se bebieron juntos la primera. Zagier insistió en hacer notar que aquella era probablemente la botella más cara que nunca nadie hubiera bebido, ya que: Doscientos millones no tenían nada que ver con mi apuesta: el cálculo se hacía independientemente. Pero para los últimos cien millones de ceros la cuestión era distinta: decidieron calcularlos sólo porque se enteraron de mi apuesta. Fue necesario un tiempo de elaboración de unas cinco mil horas para calcular aquellos cien millones de más. En aquella época el coste del tiempo de elaboración era de seiscientos dólares por hora; y dado que hicieron el cálculo con la única finalidad de hacerme perder la apuesta y obligarme a pagar mis dos botellas de vino, sostengo que aquellas dos botellas costaron trescientos cincuenta mil dólares cada una, que es mucho más que el precio de la botella de vino más cara que jamás se haya vendido hasta ahora.”
Clasificación:
Facilidad de lectura: 1-2
Opinión: 5 (he disfrutado mucho, pero mucho).
PD: Me gustaría hacer notar que existe un documental de la BBC sobre este asunto al que hacen referencia en la web de Gaussianos.